Te veo y captas mi interés, te escucho y mantienes mi atención.
La imagen personal amplió su alcance, la búsqueda de la congruencia nos invita a integrar y atender diferentes elementos para lograr una imagen completa.
Lo que decimos y cómo nos vemos constituye gran parte de lo que transmitimos y la relación entre ambas es proporcional y bidireccional, sin embargo, nuestras palabras nos permiten profundizar, sustentar y validar la imagen que transmitimos.
No en vano durante las últimas dos décadas, el estilo en la comunicación ha ganado tanto auge; la forma, el ritmo, tiempo, entonación y tener un mensaje claro que entregar han sido solo algunos de los elementos a revisar en la construcción de nuestros discursos.
Un poco más reciente, con la influencia de la neurociencia aplicada directamente en la comunicación, se determinó la importancia de trasmitir mensajes claros con un mensaje emocional intrínseco, ya que sin excepciones todos somos seres emocionales, adicionalmente, es un lenguaje mucho más directo y cercano; comprendimos que la congruencia está en lo que pensamos, sentimos, hacemos y decimos, siendo la mejor manera para conectar y poder liderar, acompañar y transformar a los demás.
Actualmente el discurso es mucho más que el que preparamos para una conferencia, una reunión de trabajo, una ocasión importante; se trata de las conversaciones que mantenemos a diario, incluso con nuestras familias y amistades, esto nos ha llevado a acudir a herramientas como el coaching, elevator pitch, storytelling, entre muchas otras, las cuales nos permiten aprender a tener conversaciones con propósito, de esta manera, hoy en día nos encontramos preparando discursos incluso para presentarnos, con la intención de maximizar las probabilidades de captar el interés de los demás.
Desde mi punto de vista, este afán de preparar lo que decimos, será mientras transitamos la curva de aprendizaje de cómo integrar lo que somos y lo que decimos. Ya no hay trampas ni atajos, sencillamente la mejor manera de comunicar es hacerlo desde lo que somos: nuestros valores, emociones, creencias, conductas. Nuestro discurso constituye hoy más que nunca, gran parte de nuestra imagen personal.
En nuestras palabras contamos con el poder y la responsabilidad de transformar la realidad de quienes nos escuchan, podemos generar sensaciones, generar un ambiente de confort, confianza, respeto, potenciar los recursos internos, generar acción. Esto nos brinda la oportunidad de conectar, acercarnos, generar mayor impacto. Considero que las habilidades técnicas que hayamos logrado desarrollar como profesionales y con experiencia, requieren ser acompañadas con nuestra manera de comunicarnos.
Como líderes y coaches, nuestra responsabilidad es aún mayor al momento de expresarnos, desde nuestra profesión y roll, invitamos y acompañamos a otras personas a avanzar, potenciar habilidades, ofrecemos la posibilidad de alcanzar metas y generar cambios, lográndolo desde una mejor versión de ellos mismos.
Lo que transmitimos debe acompañar lo que hacemos, y por eso es tan importante, antes de ser coaches, vivir el coaching y en ese sentido comparto la premisa, de que el coaching se convierte en un estilo de vida.
Ciertamente, un coach escucha más y habla menos, sin embargo, siempre estamos comunicando, y en una era de espacios de aprendizaje continuo, son muchas las oportunidades que tenemos para compartir el conocimiento y la experiencia que tenemos, es por eso que cuidar nuestro discurso, es cuidar nuestra imagen y la de la comunidad que conformamos.
Un discurso congruente genera confianza, conecta, inspira y potencia. La imagen personal, va más allá que el impacto que producimos a primera vista.
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